Translate (Posts from originals in Spanish)

sábado, 11 de abril de 2015

RE02 La cita (2° parte de 3)

Recuerdo que habías subido a tu habitación, a preparar la siguiente batalla.
Estabas muy segura de que esta vez, yo sería tu víctima. Me arrancarías el líquido blanquecino a fuerza de tus insistentes propuestas y conseguirías que de una vez por todas, se terminase la guerra, dejándome a tus pies, agotado, sin aliento y tú orgullosa de haberme desposeído de mi heroicidad...

Creías tener la certeza de que todo iba a salirte bien, y te pusiste manos a la obra.
Cogiste del armario las toallas, dejaste que el agua calentase las tuberías y me pediste que entrase al baño. Estábamos prácticamente desnudos, pero sucios de lascivia y con olor a sexo y sudor.
Tu estrategia sería sencilla, pero muy efectiva.
Primero entrarías tú, cogiéndome de la mano e invitándome a entrar. Te pondrías bajo el chorro de agua y tu cuerpo sería el tobogán perfecto para que el agua se deslizase por él, dejando que tu piel brillase y, con unos sensuales movimientos de tu cuerpo, conseguir que poco a poco me rindiese a tus pies.
Así lo hiciste, y creías tenerme, pero no contabas con lo que iba a suceder a continuación.
Dejaste que por tu cuerpo fluyese el agua caliente, haciendo que un torrente de provocación hiciera que destacasen tus pechos, voluptuosos y excitados, proponiendo un nuevo ataque frontal que dejase mermadas mis defensas y te alzases con el triunfo.
Toqué tus pechos con ambas manos y dejaste que mi boca eligiese el lado de la trampa por el que iba a caer.
Lentamente fuí recorriendo con mi lengua las aureolas y dejando que mis labios succionasen tus pezones, consiguiendo meterme más en tu trampa, mientras tú te recreabas en tu, ya segura, victoria.
Mi boca saltaba de un pecho a otro, sacando leche y gemidos de placer como si se tratase de un tubo enorme por el que pasaran tus deseos.
Pasé mis manos por tu cintura y te abracé con fuerza, haciendo que tu cuerpo diera una sacudida bestial hacia el mío, mientras mi boca seguía jugueteando con tus pechos. Tus dedos empezaron a enredar con mi pelo, para así tener el control de mi cabeza... Había conseguido excitarte bastante, pero seguías recreándote en tu segura victoria.
Mis manos dejaron tu cintura para bajar a tus glúteos, suavizados por el agua y deseosos de ser masajeados con pasión. Otro empujón más hacia mi cuerpo y otro gemido de placer salió de tu boca...
Una de mis manos se reveló y se dirigió furtivamente a tu púbis. Mis dedos, como cazadores sigilosos, exploraron tus labios vaginales, haciendo que tus gemidos subiesen en frecuencia e intensidad. El roce de tu pierna con mi pene te permitía, de primera mano, saber que yo no estaba quedandome atrás y que pronto sucumbiría al deseo de la penetración.
Dejé tus pechos y me dirigí a tu boca. Nos besamos con pasión y conseguimos pronunciar alguna que otra palabra sin mezclarla con un suspiro, gemido o choque de bocas.
Mis dedos ya se iban introduciendo un poco más en tu vagina. Exploraban a sus anchas por todos los lugares que ellos deseaban. Tenían vía libre para hacer lo que quisieran...
Dejaste que girase tu cuerpo, haciendo que tu espalda se encontrase con mi pecho, y procuré que la postura fuese cómoda para los dos.
Deslicé mi mano por tu muslo hasta conseguir que reconocieses mi deseo de que elevases la pierna y la apoyases en un saliente. Tu cadera se desplazó hacia mí y mi pene buscó tu cuerpo, al cual invitaste a entrar por tu puerta de atrás... Lentamente estaba volviendo a penetrarte.
Nos acompasamos con precisión y el movimiento de tu cuerpo hacía que el roce de mi pene en tu cavidad anal fuese más placentera de lo que habías imaginado. Deseabas tener el control de la batalla, pero sentías, por momentos, que lo estabas perdiendo de nuevo...
Mis dedos volvían al ataque, de nuevo, y la conjunción de mis caricias con la penetración estaba consiguiendo que te flaqueasen las fuerzas. Querías más, pero sentías que una fuerte sensación de explosión, cosquilleo y alivio, te subía por las piernas y se dirigía a tu cabeza.

No podías más. Lo soltaste todo como te vino. Un último embiste a mi pene dió por finalizada la batalla. Dejaste que tu ano se deslizase por última vez, como una despedida no deseada, a lo largo de mi pene, que aún seguía con intenciones de continuar.
Te volviste, y tras una mezcla de caricias y restriegos, a modo de lavado profundo, te lo metiste en la boca, haciendo que tus labios hiciesen un último esfuerzo por conseguir que me rindiese...
En poco tiempo, una tensión en mi pene te desveló que no estaba todo perdido.
En décimas de segundo, un largo chorro entrecortado de líquido seminal se posó a lo largo de tu lengua tras un violento choque contra tu garganta, que te indicó que lo habías conseguido. Habías vencido.
Un segundo chorro, menos voluminoso, se posó en tu pecho, marcando tus senos con mi nombre. Dejando constancia de que habías sido mía y yo había sucumbido a tus deseos y a tus lujurias.

Te ayudé a levantarte y tras quitarte los restos de semen de tu cuerpo, nos fundimos en un abrazo apasionado. Como dos amigos que han conseguido un logro indescriptible, mientras el agua seguía deslizándose por nuestros cuerpos hasta el desagüe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario