Uno a uno los compañeros iban saliendo del vestuario y yo, que había quedado rezagado haciendo los estiramientos al final, me disponía a desnudarme para meterme en la ducha.
Terminé de desnudarme, cogí la toalla y el bote de champú y me dispuse a meterme en la zona de duchas cuando escuché risas y gritos de chicas de fondo.
La verdad que no puse mucha atención porque había más gente entrenando a esas horas en el gimnasio, así que supuse que serían las chicas de la clase de aerobic.
Entré en la zona de duchas y presioné el grifo. Enseguida comenzó a salir el agua caliente y la estancia se llenó de vapor de agua. El agua caliente hizo que me relajase y el sonido del agua recorriendome el cuerpo desde la cabeza a los pies me sumió en un profundo trance. Apoyé las manos en la pared y dejé que el agua resbalase por mi espalda. Estaba tan relajado que no me apercibí de que unas chicas estaban detrás de mí, mirándome fijamente desde la entrada a las duchas. Solamente un golpe en la puerta me sobresaltó y miré de reojo. Allí seguía una de ellas, firme como un clavo mirando cómo el agua resbalaba por mi cuerpo.
- " ¡Perdona!, no queríamos molestarte pero sentíamos curiosidad por tí y decidimos presentarnos".
Salí de debajo del chorro de agua y me acerqué a ella. Aún vestida con las mallas y el top me parecía preciosa. Sus ojos verdes se clavaron en los mios y cuando estaba tan cerca de ella que podía mojarla con las gotas que me caían por el cuerpo, me presenté.
- " Sonia", dijo mientras se colocaba el pelo detrás de la oreja.
Salió por la puerta del vestuario como una sonámbula y dejó que la puerta se cerrase lentamente.
Para mi sorpresa, allí estaba ella, con su bolso de deporte, cerrando la puerta con pestillo para que nadie la sorprendiese en el vestuario masculino.
Comencé a sentir calor por todo el cuerpo, a notar cómo me cosquilleaba la piel y mi corazón se revolucionaba de manera estrepitosa. Me estaba empalmando delante de ella sin poder evitarlo.
Sonia pasó a mi lado y se coló debajo del chorro de agua caliente. Mojó su pelo y yo veía cómo el agua discurría por el resto de su cuerpo, como un arroyo vivaz que serpentea por las rocas después de dejar el manantial.
Mi empalme se hizo evidente y ella puso sus manos en mi cuello, invitándome a acompañarla debajo del agua. Mi pene comenzó a rozar su vientre y nos volvimos a besar.
El agua se paseaba entre nosotros, como una sombra que quisiera evitar que Sonia y yo nos juntásemos en aquel momento sin conseguirlo. La abracé y estuvimos besándonos un buen rato.
Lo esparció como si se tratase de miel en una rebanada de pan tostado por toda la melena y frotó las puntas enérgicamente a la vez que subía por el cabello hasta llegar a la raíz. Mientras, sus ojos de jade no apartaban la mirada de mi cara, cubriéndome con el halo de su sonrisa.
Tras esto, volvió a agacharse, cogió una pequeña esponja y el bote de gel. Empapó la esponjita con un chorro de gel y dejó el bote de nuevo en el suelo. Pasó la esponja por el agua y la retorció hasta que empezó a salir espuma. Se dirigió hacia mí y me la ofreció.
Al llegar a la altura de los riñones empecé a dudar si continuar o pararme. No quería parecer un aprovechado ni descortés con ella así que la mejor opción fué la de preguntarla si deseaba que continuase o si devolverle la esponja.
- " Dame" - me contestó - "ya sigo yo...".
Le entregué la esponja y ella se dispuso a enjabonarse los brazos. Aproveché para coger mi champú y enjabonarme el pelo.
Mientras lo hacía, ella, sin dejar de mirarme, pasó la esponja por sus senos y mirándome fijamente con sus penetrantes ojos comenzó a morderse el labio inferior, a la vez que hacía movimientos lascivos y provocadores con la esponja. Yo estaba enjabonando mi pecho y me disponía a pasar mis manos por los genitales, como hago habitualmente, pero eso sólo sirvió para perturbarme aún más y provocar a Sonia con más movimientos sutiles. Llevó la esponja a sus muslos dejando entrever los labios de su vagina y al elevar uno de sus pies para enjabonarlo, sus labios se abrieron como una boca dispuesta a hablar.
Aquella imagen me enloqueció de tal forma que tuve que ponerme debajo del chorro de agua para poder cerrar los ojos y ocultar mis deseos emergentes y enloquecidos hacia su cuerpo. Me aclaré el cuerpo y volví a salir de debajo del agua dispuesto a darme otro jabón.
- " No. Voy a darme otro jabón".
- "Entonces te espero".
Apuré el bote de champú y volví a enjabonarme el pelo y el cuerpo de forma enérgica. Volví a pasar por debajo del chorro de agua y quité todo el jabón que tenía en el cuerpo. Salí de debajo del chorro y ella se colocó en el sitio. Echó la cabeza hacia atrás y dejó que el agua aclarase todo el jabón del pelo y de su cuerpo, que relucía por el reflejo de la luz en su piel mojada. Aquella visión me perturbó hasta límites insospechados.
Dudaba si coger la toalla y salir de las duchas o abrazarla y violarla allí mismo. Fue entonces cuando Sonia tendió su mano y me invitó a ponerme bajo el agua junto a ella. Cogí su mano y me puse tan cerca de ella que noté cómo mi pene entorpecía nuestra unión, haciendo que fuese como un gesto a la castidad frente a la provocación de Sonia.
Sentí cómo me aliviaba la tensión acumulada por sus provocaciones y me dejé llevar.
La abracé por la espalda y la arrinconé en la pared, donde el agua discurría por los azulejos. Allí la monté y llevando mis manos a sus glúteos, la izé para que estuviése más cómoda. La follé contra aquella pared durante un buen rato, besándola y embistiéndola como un salvaje.
Ella gozaba con mi polla saliendo y entrando vertiginosamente de su coño hasta que solté un buen chorro de semen dentro de ella con una última embestida contra la pared.
Poco a poco fuí sacando mi polla totalmente cubierta de fluídos que se diluyeron al pasar por el chorro de agua de la ducha.
Sonia me había dejado atónito con aquella experiencia. No conseguí dormir aquella noche. Pensaba en aquellos ojos verdes tan provocadores y de mirada lasciva en todo momento.
Se me pasaron toda clase de ideas absurdas por la mente. Deseaba estar con ella de nuevo. No me importaba si tendría que esperarla. Lo deseaba.
Comencé a desnudarme y la puerta se abrió de golpe. Era uno de mis compañeros que había olvidado algo en la taquilla. Lo cogió y salió dejando que la puerta se cerrase por su propia inercia.
Me fuí a la ducha apesadumbrado por no hacerlo en compañía de Sonia. Abrí el grifo y me sumergí bajo el agua.
Me quedé un buen rato pensando en ella, en lo que había pasado y en cómo mi cabeza estaba hipnotizada con la imagen de su cuerpo desnudo abrazándome.
Esta vez no necesitamos enjabonarnos. Directamente comenzamos a follar bajo el agua como dos salvajes.
Ella se dejaba acariciar mientras la follaba desde atrás. Puso sus manos en la pared y dejó que mi polla la violase apasionadamente.
Yo quería conseguir que esta vez fuese ella la que se corriese, dejando la opción de un buen final para mí. La masturbé lo mejor que supe a la vez que continuaba follándola. De repente se giró y me gritó:
Delicadamente fui lamiéndolos mientras ella sostenía inútilmente la pared de las duchas. Sonia se dejaba llevar por las sensaciones que recibía de mi lengua y gemía silenciosamente.
Solté sus glúteos y metí dos dedos dentro de su chochito ardiente. Lo acaricié mientras continuaba lamiendo el exterior de los labios y seguí realizando caricias dentro de su coño según eran sus respuestas en el resto de su cuerpo.
Lentamente se dejaba llevar por los sentidos y metí otro dedo más en el juego.
Poco a poco iban aumentando sus espasmos, sus piernas temblaban con más fuerza y se agachaba para que la penetrase con mis dedos más rudamente.
De repente se agarró de los grifos y chilló sin poder evitar abrirlos de golpe.
Noté cómo se corría en mi boca y soltaba los grifos para empujar mi cabeza contra su coño con más fuerza.
Me cogió la polla con una mano mientras con la otra jugueteaba con mis huevos. Me los acariciaba tan dulcemente que la sugerí que no dejase de hacerlo.
Sacó su lengua rosadita y dió un lametón desde los huevos hasta la punta. Volvió a repetir el gesto y cuando tenía la punta de la lengua en la punta de mi polla, se la metió en la boca y comenzó a tragársela con lentitud. Aquella sensación me volvía loco.
Permití que siguiese con aquellos movimientos durante un buen rato. Sonia disfrutaba con mi polla y yo disfrutaba sintiendo cómo su boca me acariciaba de aquella manera tan maravillosa.
No tardé en correrme y salpicar su cara con mi leche calentita. Ella lo recogía con sus dedos y los chupaba con lujuria.
Se levantó y se puso bajo el chorro de agua caliente. El agua resbalaba por sus pechos y se los masajeaba a la vez que su mirada felina me invitaba a enjabonarla de nuevo.
Deseaba follarla de nuevo, pero las fuerzas me abandonaban por momentos.
Me acerqué a ella y la besé apasionadamente bajo el chorro de agua.
- " No me conoces lo suficiente" - la seguí el juego - "Tengo mucha resistencia y hace tiempo que desconozco mis límites. ¿Te animas a descubrirlos?".
- "No dudes que esta noche acabarás agotado y con agujetas", sentenció.
- " Ponme a prueba...", la desafié.