Habíamos entrenado muy duro. El cuerpo casi no respondía a las órdenes del cerebro después de una hora intensa de ejercicio. Íbamos "a morir" a esta altura de la temporada.
Uno a uno los compañeros iban saliendo del vestuario y yo, que había quedado rezagado haciendo los estiramientos al final, me disponía a desnudarme para meterme en la ducha.
Terminé de desnudarme, cogí la toalla y el bote de champú y me dispuse a meterme en la zona de duchas cuando escuché risas y gritos de chicas de fondo.
La verdad que no puse mucha atención porque había más gente entrenando a esas horas en el gimnasio, así que supuse que serían las chicas de la clase de aerobic.
Entré en la zona de duchas y presioné el grifo. Enseguida comenzó a salir el agua caliente y la estancia se llenó de vapor de agua. El agua caliente hizo que me relajase y el sonido del agua recorriendome el cuerpo desde la cabeza a los pies me sumió en un profundo trance. Apoyé las manos en la pared y dejé que el agua resbalase por mi espalda. Estaba tan relajado que no me apercibí de que unas chicas estaban detrás de mí, mirándome fijamente desde la entrada a las duchas. Solamente un golpe en la puerta me sobresaltó y miré de reojo. Allí seguía una de ellas, firme como un clavo mirando cómo el agua resbalaba por mi cuerpo.
Uno a uno los compañeros iban saliendo del vestuario y yo, que había quedado rezagado haciendo los estiramientos al final, me disponía a desnudarme para meterme en la ducha.
Terminé de desnudarme, cogí la toalla y el bote de champú y me dispuse a meterme en la zona de duchas cuando escuché risas y gritos de chicas de fondo.
La verdad que no puse mucha atención porque había más gente entrenando a esas horas en el gimnasio, así que supuse que serían las chicas de la clase de aerobic.
Entré en la zona de duchas y presioné el grifo. Enseguida comenzó a salir el agua caliente y la estancia se llenó de vapor de agua. El agua caliente hizo que me relajase y el sonido del agua recorriendome el cuerpo desde la cabeza a los pies me sumió en un profundo trance. Apoyé las manos en la pared y dejé que el agua resbalase por mi espalda. Estaba tan relajado que no me apercibí de que unas chicas estaban detrás de mí, mirándome fijamente desde la entrada a las duchas. Solamente un golpe en la puerta me sobresaltó y miré de reojo. Allí seguía una de ellas, firme como un clavo mirando cómo el agua resbalaba por mi cuerpo.
- "¿Qué haces aquí?", le pregunté con aire molesto por el agotamiento.
- " ¡Perdona!, no queríamos molestarte pero sentíamos curiosidad por tí y decidimos presentarnos".
- " ¡Perdona!, no queríamos molestarte pero sentíamos curiosidad por tí y decidimos presentarnos".
Me giré y solo estaba ella, que se quedó atónita mirándome los genitales, como si hubiese descubierto el tesoro de un pirata. Continuaba serio y volví a preguntarla:
- "¿Tú y quién más?. Hablas en plural, pero yo sólo te veo a tí...".
Entonces miró a los lados y se percató de que la habían dejado sola dentro del vestuario. Su cara comenzó a acalorarse y la piel de sus mejillas se volvió roja como su pelo. Sus ojos verdes comenzaron a mostrar nerviosismo y su cuerpo, hasta ahora inmóvil, empezó a moverse. Quería salir corriendo de allí como hicieron sus amigas segundos antes, pero el cuerpo no le respondía. Su cuerpo quería quedarse conmigo.
Salí de debajo del chorro de agua y me acerqué a ella. Aún vestida con las mallas y el top me parecía preciosa. Sus ojos verdes se clavaron en los mios y cuando estaba tan cerca de ella que podía mojarla con las gotas que me caían por el cuerpo, me presenté.
Salí de debajo del chorro de agua y me acerqué a ella. Aún vestida con las mallas y el top me parecía preciosa. Sus ojos verdes se clavaron en los mios y cuando estaba tan cerca de ella que podía mojarla con las gotas que me caían por el cuerpo, me presenté.
- "Soy Juan. ¿Y tú?".
- " Sonia", dijo mientras se colocaba el pelo detrás de la oreja.
- " Sonia", dijo mientras se colocaba el pelo detrás de la oreja.
Bajó la mirada e hizo el ademán de salir del vestuario. La cogí de la muñeca a la vez que con la otra mano la acaricié la cara y la besé en los labios con mucha suavidad. Casi un roce, para que no saliese más asustada de lo que ya estaba.
- "Cuando me presento suelo dar uno o dos besos, ¿y tú?", la informé con un susurro.
No hubo respuesta. Volvió a bajar la cabeza y liberé su muñeca como gesto de buena voluntad.
Salió por la puerta del vestuario como una sonámbula y dejó que la puerta se cerrase lentamente.
Salió por la puerta del vestuario como una sonámbula y dejó que la puerta se cerrase lentamente.
Volví a meterme bajo la ducha y continué con mi limpieza corporal. Me agaché para coger el bote de champú cuando volvió a sonar la puerta cerrándose. El ruido del pestillo me extrañó y salí a ver quién era.
Para mi sorpresa, allí estaba ella, con su bolso de deporte, cerrando la puerta con pestillo para que nadie la sorprendiese en el vestuario masculino.
Para mi sorpresa, allí estaba ella, con su bolso de deporte, cerrando la puerta con pestillo para que nadie la sorprendiese en el vestuario masculino.
Se dirigió hacia las duchas donde yo estaba y dejando su bolso al lado del mio, se acercó y me devolvió el beso.
- "¿Puedo ducharme contigo?".
Su proposición era de lo más inoportuna, pero a la vez de lo más excitante. No pude negarme, Sonia era la invitada perfecta a mi fiesta particular.
- "Claro. Trae tus cosas."
Salió de mi campo de visión y tardó unos minutos en volver. Cuando por fín apareció, su desnudez me dejó perplejo. Tenía un cuerpo estupendo. Sus pechos eran redondos y bien formados y su figura, aunque eran evidentes las imperfecciones como ocurría conmigo, no dejaba de ser un cuerpo atractivo.
Comencé a sentir calor por todo el cuerpo, a notar cómo me cosquilleaba la piel y mi corazón se revolucionaba de manera estrepitosa. Me estaba empalmando delante de ella sin poder evitarlo.
Sonia pasó a mi lado y se coló debajo del chorro de agua caliente. Mojó su pelo y yo veía cómo el agua discurría por el resto de su cuerpo, como un arroyo vivaz que serpentea por las rocas después de dejar el manantial.
Mi empalme se hizo evidente y ella puso sus manos en mi cuello, invitándome a acompañarla debajo del agua. Mi pene comenzó a rozar su vientre y nos volvimos a besar.
El agua se paseaba entre nosotros, como una sombra que quisiera evitar que Sonia y yo nos juntásemos en aquel momento sin conseguirlo. La abracé y estuvimos besándonos un buen rato.
Comencé a sentir calor por todo el cuerpo, a notar cómo me cosquilleaba la piel y mi corazón se revolucionaba de manera estrepitosa. Me estaba empalmando delante de ella sin poder evitarlo.
Sonia pasó a mi lado y se coló debajo del chorro de agua caliente. Mojó su pelo y yo veía cómo el agua discurría por el resto de su cuerpo, como un arroyo vivaz que serpentea por las rocas después de dejar el manantial.
Mi empalme se hizo evidente y ella puso sus manos en mi cuello, invitándome a acompañarla debajo del agua. Mi pene comenzó a rozar su vientre y nos volvimos a besar.
El agua se paseaba entre nosotros, como una sombra que quisiera evitar que Sonia y yo nos juntásemos en aquel momento sin conseguirlo. La abracé y estuvimos besándonos un buen rato.
Más tarde, ella me separó de su lado, se inclinó delante de mí y cogió el bote de champú que se había traído consigo. Puso un buen chorro de champú en la palma de la mano y se la llevó a su preciosa melena cobriza.
Lo esparció como si se tratase de miel en una rebanada de pan tostado por toda la melena y frotó las puntas enérgicamente a la vez que subía por el cabello hasta llegar a la raíz. Mientras, sus ojos de jade no apartaban la mirada de mi cara, cubriéndome con el halo de su sonrisa.
Tras esto, volvió a agacharse, cogió una pequeña esponja y el bote de gel. Empapó la esponjita con un chorro de gel y dejó el bote de nuevo en el suelo. Pasó la esponja por el agua y la retorció hasta que empezó a salir espuma. Se dirigió hacia mí y me la ofreció.
Lo esparció como si se tratase de miel en una rebanada de pan tostado por toda la melena y frotó las puntas enérgicamente a la vez que subía por el cabello hasta llegar a la raíz. Mientras, sus ojos de jade no apartaban la mirada de mi cara, cubriéndome con el halo de su sonrisa.
Tras esto, volvió a agacharse, cogió una pequeña esponja y el bote de gel. Empapó la esponjita con un chorro de gel y dejó el bote de nuevo en el suelo. Pasó la esponja por el agua y la retorció hasta que empezó a salir espuma. Se dirigió hacia mí y me la ofreció.
- "¿Me enjabonas la espalda?".
Su proposición hizo que volviese a empalmarme vigorosamente.
- "Será un placer ayudarte", la respondí con gentileza.
Cogí la esponja y Sonia se giró. Comencé a enjabonar su espalda por el cuello con pequeñas pasadas de la esponja a modo de masaje. Aparté su precioso pelo enjabonado hacia delante y continué con suaves rotaciones a la vez que iba bajando por la espalda. Sonia se dejaba hacer y de vez en cuando me miraba de reojo con una sonrisa.
Al llegar a la altura de los riñones empecé a dudar si continuar o pararme. No quería parecer un aprovechado ni descortés con ella así que la mejor opción fué la de preguntarla si deseaba que continuase o si devolverle la esponja.
Al llegar a la altura de los riñones empecé a dudar si continuar o pararme. No quería parecer un aprovechado ni descortés con ella así que la mejor opción fué la de preguntarla si deseaba que continuase o si devolverle la esponja.
- "¿Quieres que siga o continúas tú enjabonándote?".
- " Dame" - me contestó - "ya sigo yo...".
Le entregué la esponja y ella se dispuso a enjabonarse los brazos. Aproveché para coger mi champú y enjabonarme el pelo.
Mientras lo hacía, ella, sin dejar de mirarme, pasó la esponja por sus senos y mirándome fijamente con sus penetrantes ojos comenzó a morderse el labio inferior, a la vez que hacía movimientos lascivos y provocadores con la esponja. Yo estaba enjabonando mi pecho y me disponía a pasar mis manos por los genitales, como hago habitualmente, pero eso sólo sirvió para perturbarme aún más y provocar a Sonia con más movimientos sutiles. Llevó la esponja a sus muslos dejando entrever los labios de su vagina y al elevar uno de sus pies para enjabonarlo, sus labios se abrieron como una boca dispuesta a hablar.
Aquella imagen me enloqueció de tal forma que tuve que ponerme debajo del chorro de agua para poder cerrar los ojos y ocultar mis deseos emergentes y enloquecidos hacia su cuerpo. Me aclaré el cuerpo y volví a salir de debajo del agua dispuesto a darme otro jabón.
- " Dame" - me contestó - "ya sigo yo...".
Le entregué la esponja y ella se dispuso a enjabonarse los brazos. Aproveché para coger mi champú y enjabonarme el pelo.
Mientras lo hacía, ella, sin dejar de mirarme, pasó la esponja por sus senos y mirándome fijamente con sus penetrantes ojos comenzó a morderse el labio inferior, a la vez que hacía movimientos lascivos y provocadores con la esponja. Yo estaba enjabonando mi pecho y me disponía a pasar mis manos por los genitales, como hago habitualmente, pero eso sólo sirvió para perturbarme aún más y provocar a Sonia con más movimientos sutiles. Llevó la esponja a sus muslos dejando entrever los labios de su vagina y al elevar uno de sus pies para enjabonarlo, sus labios se abrieron como una boca dispuesta a hablar.
Aquella imagen me enloqueció de tal forma que tuve que ponerme debajo del chorro de agua para poder cerrar los ojos y ocultar mis deseos emergentes y enloquecidos hacia su cuerpo. Me aclaré el cuerpo y volví a salir de debajo del agua dispuesto a darme otro jabón.
- "¿Ya estás totalmente limpio?", me preguntó Sonia.
- " No. Voy a darme otro jabón".
- "Entonces te espero".
- " No. Voy a darme otro jabón".
- "Entonces te espero".
No sé qué quiso decir con eso, pero me dejó bastante perplejo. Más aún cuando me dí cuenta de que su sonrisa no se había borrado de su cara.
Apuré el bote de champú y volví a enjabonarme el pelo y el cuerpo de forma enérgica. Volví a pasar por debajo del chorro de agua y quité todo el jabón que tenía en el cuerpo. Salí de debajo del chorro y ella se colocó en el sitio. Echó la cabeza hacia atrás y dejó que el agua aclarase todo el jabón del pelo y de su cuerpo, que relucía por el reflejo de la luz en su piel mojada. Aquella visión me perturbó hasta límites insospechados.
Dudaba si coger la toalla y salir de las duchas o abrazarla y violarla allí mismo. Fue entonces cuando Sonia tendió su mano y me invitó a ponerme bajo el agua junto a ella. Cogí su mano y me puse tan cerca de ella que noté cómo mi pene entorpecía nuestra unión, haciendo que fuese como un gesto a la castidad frente a la provocación de Sonia.
Apuré el bote de champú y volví a enjabonarme el pelo y el cuerpo de forma enérgica. Volví a pasar por debajo del chorro de agua y quité todo el jabón que tenía en el cuerpo. Salí de debajo del chorro y ella se colocó en el sitio. Echó la cabeza hacia atrás y dejó que el agua aclarase todo el jabón del pelo y de su cuerpo, que relucía por el reflejo de la luz en su piel mojada. Aquella visión me perturbó hasta límites insospechados.
Dudaba si coger la toalla y salir de las duchas o abrazarla y violarla allí mismo. Fue entonces cuando Sonia tendió su mano y me invitó a ponerme bajo el agua junto a ella. Cogí su mano y me puse tan cerca de ella que noté cómo mi pene entorpecía nuestra unión, haciendo que fuese como un gesto a la castidad frente a la provocación de Sonia.
- "Hay que solucionar este pequeño problema que tienes entre las piernas".
Me dijo poco antes de besarnos de nuevo e, inmediatamente, su mano se posó en mi miembro, abrazándolo con toda su mano y con un leve movimiento, se lo introdujo en su vagina a la vez que elevaba una pierna y me rodeaba la cintura con ella.
Sentí cómo me aliviaba la tensión acumulada por sus provocaciones y me dejé llevar.
La abracé por la espalda y la arrinconé en la pared, donde el agua discurría por los azulejos. Allí la monté y llevando mis manos a sus glúteos, la izé para que estuviése más cómoda. La follé contra aquella pared durante un buen rato, besándola y embistiéndola como un salvaje.
Ella gozaba con mi polla saliendo y entrando vertiginosamente de su coño hasta que solté un buen chorro de semen dentro de ella con una última embestida contra la pared.
Poco a poco fuí sacando mi polla totalmente cubierta de fluídos que se diluyeron al pasar por el chorro de agua de la ducha.
Sentí cómo me aliviaba la tensión acumulada por sus provocaciones y me dejé llevar.
La abracé por la espalda y la arrinconé en la pared, donde el agua discurría por los azulejos. Allí la monté y llevando mis manos a sus glúteos, la izé para que estuviése más cómoda. La follé contra aquella pared durante un buen rato, besándola y embistiéndola como un salvaje.
Ella gozaba con mi polla saliendo y entrando vertiginosamente de su coño hasta que solté un buen chorro de semen dentro de ella con una última embestida contra la pared.
Poco a poco fuí sacando mi polla totalmente cubierta de fluídos que se diluyeron al pasar por el chorro de agua de la ducha.
Sonia se metió los dedos en el coño y se masturbó delante de mí, dándome una visión generosa de su feminidad. Cuando se corrió, se lavó la entrepierna y se acercó a mí. Me abrazó y me besó una última vez antes de abandonar las duchas para luego secarse, vestirse y abandonar el solitario vestuario. El único conocedor de nuestra primera aventura bajo el agua.
Regresé a casa con una sonrisa en la boca, deseando volver a repetir la experiencia la próxima vez que fuese al gimnasio.
Sonia me había dejado atónito con aquella experiencia. No conseguí dormir aquella noche. Pensaba en aquellos ojos verdes tan provocadores y de mirada lasciva en todo momento.
Se me pasaron toda clase de ideas absurdas por la mente. Deseaba estar con ella de nuevo. No me importaba si tendría que esperarla. Lo deseaba.
Sonia me había dejado atónito con aquella experiencia. No conseguí dormir aquella noche. Pensaba en aquellos ojos verdes tan provocadores y de mirada lasciva en todo momento.
Se me pasaron toda clase de ideas absurdas por la mente. Deseaba estar con ella de nuevo. No me importaba si tendría que esperarla. Lo deseaba.
Al siguiente dia de entrenamiento me quedé a propósito para llegar tarde al vestuario. Dejé que todos se marchasen sin mediar palabra con nadie y esperé a que ella regresase.
No oí gritos ni risas femeninas. Esperé unos quince minutos antes de comenzar el ritual que me permitiría meterme en la ducha. El silencio era aterrador.
Comencé a desnudarme y la puerta se abrió de golpe. Era uno de mis compañeros que había olvidado algo en la taquilla. Lo cogió y salió dejando que la puerta se cerrase por su propia inercia.
Me fuí a la ducha apesadumbrado por no hacerlo en compañía de Sonia. Abrí el grifo y me sumergí bajo el agua.
Me quedé un buen rato pensando en ella, en lo que había pasado y en cómo mi cabeza estaba hipnotizada con la imagen de su cuerpo desnudo abrazándome.
Comencé a desnudarme y la puerta se abrió de golpe. Era uno de mis compañeros que había olvidado algo en la taquilla. Lo cogió y salió dejando que la puerta se cerrase por su propia inercia.
Me fuí a la ducha apesadumbrado por no hacerlo en compañía de Sonia. Abrí el grifo y me sumergí bajo el agua.
Me quedé un buen rato pensando en ella, en lo que había pasado y en cómo mi cabeza estaba hipnotizada con la imagen de su cuerpo desnudo abrazándome.
Cuando me disponía a salir de debajo del agua, un cuerpo femenino y desnudo me abrazó por la espalda. Era ella. Me di la vuelta y allí estaban sus ojos verdes y su pelo cobrizo abrazándome de nuevo.
Sólo pude expresarme con una frase:
- "¡Dúchate conmigo!".
Sonia sonrió y me besó a la vez que me empujaba hacia la ducha. La respuesta no necesitaba de otra interpretación.
Esta vez no necesitamos enjabonarnos. Directamente comenzamos a follar bajo el agua como dos salvajes.
Ella se dejaba acariciar mientras la follaba desde atrás. Puso sus manos en la pared y dejó que mi polla la violase apasionadamente.
Yo quería conseguir que esta vez fuese ella la que se corriese, dejando la opción de un buen final para mí. La masturbé lo mejor que supe a la vez que continuaba follándola. De repente se giró y me gritó:
Esta vez no necesitamos enjabonarnos. Directamente comenzamos a follar bajo el agua como dos salvajes.
Ella se dejaba acariciar mientras la follaba desde atrás. Puso sus manos en la pared y dejó que mi polla la violase apasionadamente.
Yo quería conseguir que esta vez fuese ella la que se corriese, dejando la opción de un buen final para mí. La masturbé lo mejor que supe a la vez que continuaba follándola. De repente se giró y me gritó:
- "¡Para!. Quiero darme la vuelta un momento".
La miré extrañado mientras se la sacaba. Ella se giró y volvió a hablarme:
- "Agáchate y cómeme. Quiero saber si sabes hacer algo más que follar".
Acaté la órden sin decir nada y me arrodillé frente a ella. Sonia pasó una pierna sobre mi hombro y las manos las apoyó en la pared como si ésta fuese a caerse. Puse mis manos en sus glúteos y la invité a adelantar la cadera para facilitarme el acceso a sus preciosos labios.
Delicadamente fui lamiéndolos mientras ella sostenía inútilmente la pared de las duchas. Sonia se dejaba llevar por las sensaciones que recibía de mi lengua y gemía silenciosamente.
Solté sus glúteos y metí dos dedos dentro de su chochito ardiente. Lo acaricié mientras continuaba lamiendo el exterior de los labios y seguí realizando caricias dentro de su coño según eran sus respuestas en el resto de su cuerpo.
Lentamente se dejaba llevar por los sentidos y metí otro dedo más en el juego.
Poco a poco iban aumentando sus espasmos, sus piernas temblaban con más fuerza y se agachaba para que la penetrase con mis dedos más rudamente.
De repente se agarró de los grifos y chilló sin poder evitar abrirlos de golpe.
Noté cómo se corría en mi boca y soltaba los grifos para empujar mi cabeza contra su coño con más fuerza.
Delicadamente fui lamiéndolos mientras ella sostenía inútilmente la pared de las duchas. Sonia se dejaba llevar por las sensaciones que recibía de mi lengua y gemía silenciosamente.
Solté sus glúteos y metí dos dedos dentro de su chochito ardiente. Lo acaricié mientras continuaba lamiendo el exterior de los labios y seguí realizando caricias dentro de su coño según eran sus respuestas en el resto de su cuerpo.
Lentamente se dejaba llevar por los sentidos y metí otro dedo más en el juego.
Poco a poco iban aumentando sus espasmos, sus piernas temblaban con más fuerza y se agachaba para que la penetrase con mis dedos más rudamente.
De repente se agarró de los grifos y chilló sin poder evitar abrirlos de golpe.
Noté cómo se corría en mi boca y soltaba los grifos para empujar mi cabeza contra su coño con más fuerza.
Cuando se tranquilizó y me pude incorporar, me empujó contra la pared y se agachó delante de mí.
Me cogió la polla con una mano mientras con la otra jugueteaba con mis huevos. Me los acariciaba tan dulcemente que la sugerí que no dejase de hacerlo.
Sacó su lengua rosadita y dió un lametón desde los huevos hasta la punta. Volvió a repetir el gesto y cuando tenía la punta de la lengua en la punta de mi polla, se la metió en la boca y comenzó a tragársela con lentitud. Aquella sensación me volvía loco.
Permití que siguiese con aquellos movimientos durante un buen rato. Sonia disfrutaba con mi polla y yo disfrutaba sintiendo cómo su boca me acariciaba de aquella manera tan maravillosa.
No tardé en correrme y salpicar su cara con mi leche calentita. Ella lo recogía con sus dedos y los chupaba con lujuria.
Se levantó y se puso bajo el chorro de agua caliente. El agua resbalaba por sus pechos y se los masajeaba a la vez que su mirada felina me invitaba a enjabonarla de nuevo.
Deseaba follarla de nuevo, pero las fuerzas me abandonaban por momentos.
Me acerqué a ella y la besé apasionadamente bajo el chorro de agua.
Me cogió la polla con una mano mientras con la otra jugueteaba con mis huevos. Me los acariciaba tan dulcemente que la sugerí que no dejase de hacerlo.
Sacó su lengua rosadita y dió un lametón desde los huevos hasta la punta. Volvió a repetir el gesto y cuando tenía la punta de la lengua en la punta de mi polla, se la metió en la boca y comenzó a tragársela con lentitud. Aquella sensación me volvía loco.
Permití que siguiese con aquellos movimientos durante un buen rato. Sonia disfrutaba con mi polla y yo disfrutaba sintiendo cómo su boca me acariciaba de aquella manera tan maravillosa.
No tardé en correrme y salpicar su cara con mi leche calentita. Ella lo recogía con sus dedos y los chupaba con lujuria.
Se levantó y se puso bajo el chorro de agua caliente. El agua resbalaba por sus pechos y se los masajeaba a la vez que su mirada felina me invitaba a enjabonarla de nuevo.
Deseaba follarla de nuevo, pero las fuerzas me abandonaban por momentos.
Me acerqué a ella y la besé apasionadamente bajo el chorro de agua.
Terminamos de ducharnos y salimos del vestuario juntos. No quería separarme de ella, así que la invité a cenar.
- "¿Estás pensando en reponer fuerzas?" - me dijo con risa burlona - "¿Acaso quieres seguir entrenando?".
- " No me conoces lo suficiente" - la seguí el juego - "Tengo mucha resistencia y hace tiempo que desconozco mis límites. ¿Te animas a descubrirlos?".
- "No dudes que esta noche acabarás agotado y con agujetas", sentenció.
- " Ponme a prueba...", la desafié.
- " No me conoces lo suficiente" - la seguí el juego - "Tengo mucha resistencia y hace tiempo que desconozco mis límites. ¿Te animas a descubrirlos?".
- "No dudes que esta noche acabarás agotado y con agujetas", sentenció.
- " Ponme a prueba...", la desafié.
Subimos a mi coche y nos dirigimos a cenar. La velada se transformó en un buen reto para ambos y la noche transcurrió entre besos y caricias...
... bajo el agua de la ducha.
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