Nada más que se lo ha colocado, sale disparado a la puerta, sin dejar a la pobre Nuria tiempo para dar un último repaso al piso. Una última verificación de que todo está correctamente recogido, cerrado o apagado.
Unos cuantos giros de llave y toca el botón de llamada del ascensor.
En unos segundos, la puerta se abre y el perro se cuela fugazmente. Entra, pulsa el botón del sótano y el ascensor empieza a bajar.
Poco queda ya de aquellas tiendas que solía visitar con su madre cuando la acompañaba a hacer las compras. Y de la gente que se sorprendía de lo bonita que era aquella niña de coletas, pecosita y de ojos preciosos que llamaba tanto la atención.
Nuria abre la puerta y suelta a Nanook quien, como un loco, baja del coche y esprinta varias veces en la arena cercana, dejando claro, a la intuición de Nuria, de que desea llegar lo más pronto posible al agua.
Nanook no puede esperar y pronto deja atrás a la dueña, haciendo caso omiso de las llamadas de Nuria, que resignada, continúa avanzando por el paseo mientras ve alejarse al perro.
Cierra los ojos y respira bien hondo. El olor a salitre la trae más recuerdos aún. Siente cómo se le eriza la piel.
No pensaba que fuese a ahogarse en la melancolía, pero esa felicidad le propina una lágrima de júbilo que se desliza lentamente por la mejilla hasta la comisura de los labios, donde por cosquilleo, Nuria se la quita con la mano, aunque no le importa si le cae alguna más.
Camina entre recuerdos, mientras Nanook juega con las olas que llegan a la arena. Se moja las patitas y ladra animosamente al agua. Quizás el mar quiera jugar con él.
Esto desconcierta a Nuria.
Está tan concentrado que no se ha percatado de que Nuria está en las proximidades observandolo, medio atontada, cómo ejecuta movimientos explosivos de algún tipo de arte marcial.
Nuria ya se había hecho un perfil de su hombre perfecto, pero ninguno de los que se había cruzado en su vida correspondía con ese perfil.
Sólo había encontrado fumadores, bebedores, jugadores, puteros y una larga lista de hombres que le recordaban a los maridos de las marujas de su barrio. Hombres que, para ella, no valen nada, por mucho dinero que lleven en su cartera.
Él se da cuenta de que Nuria está cerca, parapetada tras una roca, observando cómo juega con el cachorro. Se dirije hacia ella sin borrar esa sonrisa y Nuria comienza a sentirse frágil. Teme que las palabras no le salgan de los labios ante la presencia de su soñado héroe, convertido en realidad.
Acierta a decir Nuria.
Quiere salir corriendo tan rápido a través de las rocas como hace el cachorro con las puertas, pero está, a la vez, tiesa de la impresión.
- "Ammm... ¿Y te apetece seguir paseando?. Yo llevo entrenando un buen rato y me apetece tomar un descanso".
- "Claro".
Raúl lleva las manos atrás, agarrándose una por la muñeca, dejando un hueco entre sus costillas y su codo, por el que Nuria ansía meter su brazo e ir cogida de Raúl... pero no se atreve.
Raúl habla con franqueza y se denota que no trata con rudeza. Usa un tono suave pero firme. A Nuria le enamora su voz.
Caminan juntos y la conversación es amena y agradable.
Nuria se deja llevar y hace el ansiado gesto. Raúl continúa conversando.
Raúl suelta la muñeca, dejando caer la mano donde Nuria va agarrada a él porque quiere poner énfasis en un detalle de una anécdota graciosa.
Su mano cae y Nuria pierde la esperanza de volver a abrazarse a Raúl.
Antes de que pierdan el contacto, Raúl agarra con suavidad la mano de Nuria y entrelaza sus dedos con los de ella. Nuria se deja hacer a la vez que respira tranquila. Quiere seguir así el resto de la tarde. Agarrada a ese hombre tan atento, tan agradable y que ha tenido la suerte de conocer.
Nuria no quiere dejar que se marche, pero tampoco puede frenarle... Al fin y al cabo, acaban de conocerse. No puede hacer nada más.
Su cara pasa a ser larga y triste.
- "A las 9 en el restautante que hay en el acantilado. ¿Te parece bien?".
Está muy enamorado de Nuria. Ha sido flechazo a primera vista. Una mujer tan bonita y tan cariñosa no se encuentra tan facilmente.
Se contuvo cuando ella le cogió del brazo, pero sufrió mucho al tener que reprimir sus ganas de tenerla más cerca cuando la cogió de la mano.
No tiene muy claro qué ponerse... Duda sobre la camisa y la corbata. Si lleva corbata quizás ella aparezca con algo más informal, pero sin corbata desentonaría si a ella se le ocurre llevar un vestido largo...
Está frente al armario, mirando la ropa y no sabe qué llevar.
Si va informal puede que a él le parezca poco serio y, si lleva un vestido largo, quizás sea demasiado para una velada entre desconocidos...
Se decidió por unos zapatos negros, un pantalón de pinzas, una camisa azul suave, una corbata de estampado informal con medio Windsor en el cuello y un chaleco de punto fino, que le da una apariencia de hombre recio, a la vez que juvenil.
Está esperando en la entrada del restaurante, con un ramo pequeño de rosas rojas en la mano.
Ha aparcado frente a la floristería de su barrio y ha tenido la idea de agasajar a Nuria con ese pequeño detalle.
Los dueños de la floristería conocen a Raúl desde niño. En alguna ocasión, Raúl les ha ayudado en el reparto y en la tienda cuando alguno de ellos no ha podido hacerlo por enfermedad. Raúl siempre ha sido un buen vecino.
Lleva zapatos de tacón bajo, un pantalón largo, una blusa satén y un pañuelo verde estampado, que hace resaltar su melena pelirroja.
Está muy atractiva y llama la atención a su llegada. La gente que está en el restaurante la admira. Los camareros se disputan la mesa en la que se va a acomodar como si fuese a cenar una modelo de pasarela.
Nuria se siente cohibida por ser el centro de atención. Siempre había pasado inadvertida, pero ahora era el punto hacia donde se dirigían todas las miradas...
Se pellizca disimuladamente el antebrazo para confirmar que no está soñando... pero es real. Nuria es definitivamente la mujer de sus sueños.
Raúl desea besarla, al igual que Nuria desea besarle a él, pero un comedido beso en la mejilla es el único paso posible en este momento. Y lo da.
Nuria sigue en su nube de color rosa...
Recorren el trayecto que va hasta la playa y Raúl deja el coche justo donde se despidieron esa misma tarde.
Raúl abre la puerta de atrás y saca una bolsa con lo que parece una manta... Nuria está intrigada, pero no pregunta.
Sorpresa tras sorpresa... Es todo tan perfecto que Nuria no sabe si creérselo o no.
Continúan conversando mientras atraviesan la playa hasta llegar a donde Raúl entrenaba, junto a las rocas.
Raúl coge la manta y la extiende. Debajo de esa manta hay otra, la cual también saca, pero deja sin desplegar. En el fondo hay una botella de vino y unas copas.
Ayuda a Nuria a sentarse en la manta, descorcha la botella, sirve vino en una copa y se la ofrece a Nuria. Él se sienta a su lado y se sirve vino en la otra copa.
Raúl piensa en que es un buen momento para abrazarla, así que pasa el brazo por detrás de Nuria y posa su mano en la cintura, animando a Nuria a pegarse más a él.
A Raúl también se le ha subido el vino. No está acostubrado a beber alcohol por ser un buen deportista y ésta es la primera vez que bebe vino después de mucho tiempo desde que consumió alcohol por última vez.
Desea besar a Nuria, pero no puede hacerlo, debe mantener la compostura hasta que ella decida el momento.
Raúl se levanta y le da indicaciones a Nuria para que coloque los pies entorpeciendo y anulando el movimiento de los suyos, haciendo que, acompañado de un empujón, el adversario pierda el equilibrio y caiga al suelo.
Nuria va paso a paso siguiendo las indicaciones de Raúl, hasta el momento del desequilibrio, en el que Nuria cae junto con Raúl sobre la arena.
Raúl, para evitar que Nuria se haga daño, la abraza y acaban rodando, quedando Nuria con su hermosa melena extendida sobre la arena y Raúl sobre ella, rodeándola con sus brazos.
Ambos ríen cara a cara. Raúl le pregunta a Nuria si está bien y continúa riendo. Se miran y las risas cesan...
Se miran y remiran, mientras él, presa de un deseo irrefrenable, va acercando más su cara a la de Nuria, hasta que lentamente posa sus labios en los de ella.
Raúl ha deseado este momento y, a pesar del estado de embriaguez, quiere hacerlo bien.
Acaricia con suavidad los labios de Nuria con los suyos.
Se besan despacio, pero apasionadamente...
Posa sus manos sobre la cabeza de Raúl, guiándole hacia un lado a la vez que ella gira su cara al lado contrario, dejando descubierto su cuello, al que él se dirige con decisión, apartando con la nariz el pañuelo que ella continúa llevando y besando con suavidad la piel del cuello de ella, quien suelta un suspiro de placer.
Él chupetea la piel de su cuello y eso la está haciendo enloquecer aún más. Le desea y está lo suficientemente ebria para apostar por un "cuerpo a cuerpo" sobre la arena... La idea la está excitando y no reparará en insinuaciones para que su sueño se convierta en realidad.
Raúl la desea fervientemente y teme que sus ansias por poseerla sean motivo suficiente para perderla... y es un riesgo que no debe permitir que ocurra... No puede prescindir de vivir sin ella desde ahora.
Raúl no tiene idea que sus palabras dejan una honda huella en el corazón de Nuria.
Ella siente como si un huracán pasase por su pecho y se lo arrancase violentamente. Se da cuenta de que él está tan enamorado de ella, como ella de él.
Sus ojos desvelan que está emocionada, le mira con cariño y le regala un beso.
La ayuda a levantarse y se vuelve hacia la mantita donde dejaron el vino y las copas. Nuria aprovecha para despojarse del pañuelo que rodea su cuello y se desabotona un par de ojales, dejando entrever sutilmente el canalillo de sus pechos.
Raúl no se ha dado cuenta de ello hasta que no se gira para ayudar a Nuria a sentarse en la manta... Su aún ebria mirada se pierde, por un segundo, en el escote de Nuria.
Aplasta su cara contra el pecho de Nuria y lo besa repetidamente mientras la abraza delicadamente pero con firmeza. Ella le suelta la corbata y posa sus manos sobre su pelo. Juguetea y enreda a la vez que gime apasionadamente.
Nuria acerca sus labios al oído de Raúl y le susurra que se tumbe en la mantita. Él no se hace de rogar y se tumba en la manta, esperando que ella vuelva a sus brazos... Espera en vano.
Nuria se sienta sobre sus piernas y empieza a desabrocharle el cinturón, le quita el botón del pantalón y le baja la cremallera, dejando al descubierto el abultado boxer que aún guarda el secreto masculino. Desliza el pantalón hasta la altura de las rodillas y hace lo mismo con el boxer, quedando el erecto miembro de Raúl desprotegido ante los deseos de ella.
Tampoco quiere hacerlo.
Nuria desliza sus labios a lo largo del miembro erecto, ayudándose de la lengua para ensalivarlo y humedecerlo, logrando que el roce de sus labios se produzca con más suavidad e intensidad.
Pequeñas gotitas de semen salen del prepucio y Nuria las degusta con pasión. Sabe que el dulzor la provoca más deseo y lubrica mucho más. Traga las gotitas mezcladas con la saliva. Nota cómo sus pezones se endurecen y sus pechos empiezan a oprimirle seriamente el sujetador...
El calor que siente Nuria en su interior, provoca que se quite la blusa a la vez que continua succionando el pene de Raúl.
Él consigue pronunciar algunas palabras entre jadeos, para pedirle a Nuria que se gire y, así, llegar a acariciarla entre las piernas. Sabe que con esas caricias puede conseguir excitarla mucho más mientras continúa jugueteando con su pene.
A Nuria le puede el calor. El pene de Raúl está muy húmedo y consigue que resbale hasta su garganta... Necesita hacerlo más suyo.
Raúl está desesperado de pasión. Quiere poseerla y la mamada de Nuria está volviéndole loco por momentos.
Las caricias la están provocando que humedezca seriamente las braguitas que lleva, así que se desabotona el pantalón y deja que él la desnude.
Raúl coge a Nuria por la cintura y, a la vez que acaricia la piel de Nuria, va bajándole el pantalón y las braguitas, hasta que deja a la vista la entrepierna de ella, que brilla a causa de la extensa humedad y brilla como el rocío en la madrugada... Nuria colabora sin dejar de jugar con el pene, consiguiendo quitarse la ropa y ofreciendo a Raúl el espectáculo de su intimidad.
Deja bien abiertas las piernas para que él acceda sin límites. Raúl abre la boca y saca la lengua hasta el límite para regalarle a Nuria un lametón suave y caliente a lo largo de toda su abertura.
El flujo de Nuria es delicioso y Raúl continúa lamiendo la zona con dedicación.
Nuria está muy sensible. Ningún hombre ha dedicado tanta pasión a satisfacer su cuerpo como él. Está disfrutando cómo Raúl mete la lengua a las puertas de su vagina y abandona el pene para recrearse en el juego de Raúl.
Le desea.
Ella necesita quitarse el sujetador ya. El juego la propina un extra de excitación y los pechos han aumentado considerablemente, se han endurecido y los pezones se han vuelto más sensibles. Se lo desabrocha y la libertad produce un nuevo subidón en Nuria.
Debe quedarse huérfana de placer para dar el siguiente paso.
Nuria se levanta y cambia de sentido. Mira a Raúl con lujuria y se posa sobre él. Sus lenguas intercambian salivas entre besos, mientras el pene de Raúl resbala sensiblemente dentro de la vagina de Nuria.
El movimiento del cuerpo de Nuria, junto con su respuesta, es muy claro. La penetración se hace muy profunda seguido por un jadeo suyo audible.
Atrae hacia su pecho la cara de Raúl y le invita a chuparle los pezones, al igual que hizo con sus labios vaginales.
Él mete una de las aureolas en su boca, mientras la abraza con fuerza, y succiona con un movimiento suave el pecho, a la vez que provoca que ella le arañe la espalda y le tire del pelo... pero no importa. Agarra con sus manos las nalgas de Nuria y combina eficazmente el movimiento de succión del pezón con el de penetración.
Nuria enloquece y pide que la folle con más fuerza. Exige sentir a Raúl tan dentro como sea posible... e incluso más.
Nuria lo abraza con los brazos y las piernas. Lo desea sólo para ella.
Raúl continua follándola con delicadeza y a ella le produce tanto calor y placer que cree ahogarse en sí misma... La tiembla todo el cuerpo. Siente cómo el pene de Raúl está provocando que el placer sea muy intenso y sus jadeos ahora ya son gemidos.
El calor de su cuerpo es inaguantable. Desea que la arranquen de sí misma, pero a la vez, no quiere que Raúl abandone la penetración... Todo es más intenso y los besos que él le regala en el cuello son todo lo que ella desea.
Una explosión sensorial de júbilo inunda el cuerpo de Nuria, a lo que responde con un gemido largo y fuerte. El placer es intenso...
Raúl no ha perdido el ritmo y continua follándola sin descanso. Sabe que Nuria ha tenido el orgasmo de su vida y se siente emocionado, pero a él aún no ha tenido la suerte de dárselo todo.
Abandona la penetración y retira a Raúl de su lado. Se voltea y ofrece a su héroe el mejor de todos los presentes que ha ofrecido a ningún hombre.
Raúl está impresionado. Es la primera vez que una mujer se ofrece tan decididamente a esa postura.
Suavemente posa el pene sobre Nuria, quien abre con sus manos las nalgas, dejando que la punta del pene de Raúl se posicione justo en el agujero.
Ahora ella manda en el juego de nuevo y se deja penetrar lentamente.
Se gira para ver el rostro de Raúl, que empieza a notar ese éxtasis que precede al clímax, y acaricia la espalda de Nuria, quien le devuelve el gesto con una sonrisa, a la vez que se muerde el labio inferior.
Saca el pene y deja que su semen salga de un chorro sobre la espalda y las nalgas de Nuria, que no se molesta al conseguir que ese gran guerrero caiga rendido al lado de su cuerpo, jadeando intensamente la pérdida de todas sus fuerzas.