Amaneció y despertamos juntos al aviso de la alarma del teléfono.
Yo no quería despedirme de ella y ella tampoco de mí, pero ya estábamos frente el puerto de El Pireo de Atenas y era hora de despedirse.
Ilse se vistió su elegante uniforme y salió del camarote a regañadientes, besándome y acariciándome la cara con mucha pena.
Me vestí y preparé mi maleta. El barco estaba atracando en el puerto y todo el mundo estaba dispuesto con su equipaje para desembarcar.
Me dirigía a una de las escaleras para bajar del buque cuando apareció Ilse entre la gente.
- "¡Coge este sobre y ábrelo cuando llegues a tu casa!" - me dijo abriéndose paso entre los pasajeros.
- "¿Y no puedo abrirlo antes? - repliqué yo.
- "No. Sólo puedes abrirlo cuando llegues a casa. ¡Prométemelo!".
- "Te lo prometo" - dije enrabietado.
Entonces Ilse me dió un último beso. Un medio pico que ambos queríamos transformar en un beso apasionado, pero por cortesía no podía hacerse realidad.
Desembarqué y en tierra me esperaban mis compañeros de crucero. Sabían de mis aventuras con Ilse y habían visto nuestra despedida junto a las escaleras.
- "A mí también me daría mucha pena dejar un bombón así" - me dijo uno de ellos bajo la penetrante y fulminante mirada de su compañera.
Cabizbajo me fui acompañado de ellos hacia el aeropuerto. Cogimos el vuelo al anochecer y llegué a casa después de un largo viaje al atardecer del siguiente día.
Cené algo rápido y me fui a la cama. Durante todo el viaje sólo podía pensar en Ilse y ahora, a punto de meterme en la cama, seguía en mi cabeza... Todas aquellas noches, la brisa, las islas, el mar abierto, las ruinas, las historias... Todo era ella. Todo se teñía del rubio platino de su pelo y del azul cielo de sus ojos.
Recordé que me había dado un sobre y lo busqué por todo el equipaje. ¡No lo encontraba!. Me tiraba del pelo por mi mala suerte y me odiaba por ser tan olvidadizo.
Por último, miré en la pequeña mochila en la que llevaba la documentación. Saqué el pasaporte, los billetes, panfletos del barco, souvenirs de Grecia, fotos y otros papeles. Entre todo ello estaba el sobre que Ilse me había entregado. Lo abrí con mucho cuidado y saqué una postal del crucero navegando bajo un sol radiante. Le dí la vuelta y no había nada escrito. ¡¿Era una broma?!. Miré dentro del sobre y había una carta con el membrete de la compañía naviera. Una letra redonda y casi perfecta destacaba sobre el blanco del papel.
"Klubber Thor. Cap. Jürgen Gunnar Tøldersson. Oslo."
Quedé sorprendidísimo. ¿Su padre era el capitán de un barco?. ¿Por qué me había dado las señas de su padre?.
Busqué el nombre del barco por internet y sólo me salían ofertas de rutas en el Báltico. Hice lo mismo con el nombre del señor Tøldersson y las mismas páginas salieron en el buscador... No entendía nada. ¿No había información o es que ya no sabía usar un buscador?. Estaba agotado por el largo viaje y no acertaba a pensar con claridad. Me volví a tirar de los pelos...
Me dormí pensando en ella. En sueños volví a tenerla entre mis brazos, a poseerla, a sentir su cuerpo, a sentir su boca, sus fluídos llenándome de su dulce sabor, mi pene siendo martirizado una y otra vez por su sexo y su boca. Volví a aquel camarote, a sentir el suave oleaje, a recorrer los puertos donde atracamos durante el crucero, el buque... Pero era todo tan distinto...
De repente, me desperté sobresaltado con una idea que me vino a la cabeza. Busqué la postal del crucero y le dí la vuelta. Allí, en un lateral del reverso, confirmé mi sospecha... "Klubber Thor Cruiser. Walhalla Sea Tours".
Entré en la web que aparecía en el membrete y navegué hasta dar con lo que buscaba. Saqué mi tarjeta de crédito y confirmé el pedido...
Ahora debo preparar de nuevo la maleta. El "Klubber Thor" es mi nuevo destino. Un crucero por los fiordos noruegos me espera... y también Ilse...
... Y a saber qué aventuras más me depararán en este nuevo viaje.

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