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jueves, 13 de agosto de 2015

RE20 La boda

No soy mucho de ir a fiestas ni salir de noche. Sobre todo desde que se ha puesto de moda ir de borrachera.
Es algo que siempre he detestado hacer.
Pero las cosas cambian cuando te invitan a una boda. En concreto, cuando eres el padrino.

Mi mejor amigo me ha concedido el honor de ser quien lo organice todo junto con sus padres y sus futuros suegros... y la madrina, por supuesto.

Todo comienza cuando los novios hacen las listas y comienzan a prepararlo todo con sus familias. Las invitaciones, el vestido y el traje, la luna de miel, etc... son algo que nosotros podemos, o no, influenciar en la decisión final, pero yo considero que eso casi es más competencia de la familia que de los amigos.

Algo que es totalmente de nuestra competencia, es la despedida de soltero.
Y hay muchos tipos de despedida, pero ellos querían que fuese algo que no olvidasen en la vida, así que me puse manos a la obra y lo primero que hice fué contactar con ella.

  - "¿Madrina?. Reunión urgente para tratar el tema de la despedida.
  - " ¿Dónde quieres que quedemos?, respondió con voz melosa.
  - "Te recojo en casa y ya decidimos por dónde empezamos, ¿te parece bien?"
  - "¡Estupendo!. Me parece un buen plan".
  - " Pues nos vemos mañana".

Al día siguiente fuí a su casa y me recibió con esa sonrisa pícara que te hace sospechar que algo malo va a pasar... Bueno, malo, malo... no tan malo porque puede ser que la sorpresa sea agradable, pero su expresión denotaba esa maldad que solo los niños con malas intenciones sacan a relucir en sus fechorías.
Me invitó a sentarme en el sofá del salón mientras ella lo hacía en una silla frente a mí. Se sentó descaradamente con las piernas abiertas, con el respaldo al revés, como solemos sentarnos los hombres...

  - "Bueno, Alicia, ¿por dónde empezamos?".

Me escaneó de arriba a abajo mordiéndose el labio inferior y sonrió maliciosamente mientras a mí me entraba un sudor frío que me sobrecogió e hizo que me dieran escalofríos...

  - "Sorprendeme...".

Su respuesta no era la que yo esperaba, y su forma de mirarme me hacían sentir incómodo.
La verdad es que me ponía más nervioso el ojo que ocultaba su melena a un lado, que el otro que quedaba descubierto... No sabría describirla con certeza, pero me recordaba mucho a esas películas japonesas de terror en las que sabes que pronto habrá una víctima y va a ser el protagonista.
Su sonrisa de repente se volvió seria...

  - "¿Te encuentras bien?. Te noto pálido..."

No se equivocaba. El terror había hecho mella en mí y me sentía frío e indefenso. No sabía qué excusa ponerle para no defraudarla.

  - "Estoy destemplado...", malogré balbucear.

Pero en vez de conseguir tranquilizarme yo mismo, la hice buena... Se levantó, se sentó a mi lado y me recostó sobre su regazo a la vez que posaba sus pechos sobre mi cara, me atusaba el pelo y me decía con voz muy suave:
  - "No te preocupes, que yo te cuidaré bien".
  - " No lo dudo...", dije con voz asustada.

Ella estuvo un buen rato acariciándome la cara y el pelo. Me tapó ligeramente con una pequeña manta que tenía a los pies del sofá y me pidió que cerrase los ojos un rato.

Aunque Alicia tiene ese puntito de maldad, también tiene un corazón enorme. Me sentí a gusto en su regazo y me regaló un beso en la frente que me recordó a los de mi madre cuando me tapaba en mi niñez...
El frío se disipó en minutos y ella comenzó a acariciarme la cara mientras me miraba con una sonrisa.
Permití que me desabotonase la camisa y descubriese un poco el pecho, dejando entre ver mi vello, con lo que volvió a hablarme casi susurrándome y descolocándome de nuevo;
  - "Me encantan los hombres con el pecho velludo... Me excitan mucho".

Quedé mudo y me dejé hacer... No quise interrumpirla esta vez y ella aprovechó para meter la mano por debajo de la camisa y acariciarme el pecho mientras volvía a morderse el labio.
Oía cómo su corazón latía con más velocidad mientras continuaba acariciándome el pecho y mi curiosidad hizo que mi mano quisiera descubrir el suyo.

Alicia me miraba ahora con ternura y se iba descubriendo el pecho con la otra mano sin dejar de acariciarme el pecho. Se despojó del sujetador y la suave piel de sus pechos cayó sobre mi cara, a la vez que yo asomaba la lengua y jugueteaba con uno de los pezones.
Alicia disfrutaba aquel momento como cuando descubres nuevas sensaciones. La motivaba sentir mi pecho velludo, a la vez que enredaba con el pelo, y mi  lengua jugueteando con su pecho.
Llevé la mano más cercana a su cuerpo y acaricié la piel de aquellos suaves pechos, lentamente para que ella disfrutase de mis caricias. Ella me cogió la mano y me guió por sus pechos. Con mi lengua y con mis dedos notaba el endurecimiento de los pezones excitados.
A la vez que chupaba, acariciaba al ritmo que ella me marcaba y de vez en cuando estrujaba aquellas mamas tan suaves.

Decidido, me incorporé y la besé. Me cogió la cara y la apretó contra la suya tan fuerte que me ví obligado a separarme un poco de ella al no poder respirar.
Se volvió a morder el labio y continuó desabotonandome la camisa hasta que me dejó descubierto por completo.
Iba a quitarme el cinturón cuando me acerqué a ella para chuparle de nuevo los pechos y llevé mi mano derecha directamente a su entrepierna, rozando sus genitales contra la costura del pantalón. Abrió las piernas y permitió que la invadiese con total impunidad.

Me arrodillé delante de ella, entre sus piernas, y le pedí que me dejase desnudarla. No puso reparos y la bajé el tanga que llevaba a la vez que el pantalón. Una vez sacadas las perneras del pantalón, tiré el pantalón a los pies del sofá y la cogí por las piernas, haciendo que adelantase la posición y atrayendo hacia mí aquél precioso chochito.
Rodeé los muslos con mis manos y metí mi boca en el hueco. Dejé que mi lengua explorase todos y cada uno de aquellos rincones de tan húmedo lugar. La miraba de reojo y veía cómo su cara era puro desenfreno... Se mordía el labio inferior constantemente y emitía gemidos y jadeos incesantemente.
Lamía el chochito con detenimiento y ella abría aún más las piernas, permitiendo que metiese la lengua aún más dentro de su vagina, llegando a follarla con la lengua.

Abandoné su chochito para permitir que se recrease con mi cuerpo de nuevo. Ella llevó una de sus manos a mi miembro, que estaba a punto de reventar el pantalón del empalme que disfrutaba, y dejé que lo liberase cuando consiguió bajarme los pantalones.
Alicia comenzó a besarme el pene suavemente, a la vez que con sus manos me acariciaba los genitales y el miembro erecto. Comenzó a masturbarme lentamente y llevó sus labios hasta la punta del glande, metiéndoselo en la boca, acariciandome con la lengua por el frenillo y ensalivandome el miembro tanto que se deslizaba por sus labios como un pistón bien engrasado.
Disfrutaba metiendolo y sacandolo de la boca y me lanzaba miraditas con picardía de actriz porno. Eso me volvía loco.

Después de la sesión de mamada, se recostó en el sofá al mismo tiempo que me indicaba que la acompañase, llevandose el pene hacia su chochito y lanzándome en un susurro la petición que estaba deseando hacerme desde que la telefoneé;
  - "¡Follame hasta que no tengas fuerzas para seguir haciendolo...!, afirmó en el susurro al tiempo que deslizaba mi pene dentro de ella.

Follamos hasta agotarnos los dos. Cuando nos cansabamos de alguna postura, cambiabamos a otra totalmente distinta. La preguntaba en algunas ocasiones si disfrutaba con aquél encuentro y su respuesta se basaba principalmente en dejarse hacer una penetración más profunda y responderme con un gemido largo y alguna que otra expresión del tipo:
  - "Así, así..."
  - "No pares. Dame más..."
  - "Quiero sentirla más dentro de mí..."
  - "¡Más fuerte... Házmelo más fuerte...!"

Era cuestión de tiempo que llegase al primer orgasmo. Luego, otro. Más tarde, otro más... O eso creo yo que pasó, porque sus jadeos y gemidos eran espectacularmente acusados en esos momentos.
Saqué mi pene envuelto en sus flujos vaginales y ella volvió a meterselo en la boca, mientras me la chupaba frenéticamente y me masturbaba al mismo tiempo.

Sentí cómo eyaculaba dentro de su boca y ella se lo sacó de su boca para que los siguientes chorros se esparciesen por su cara y sus pechos, como si fuese la protagonista de una película X.

Ambos quedamos plenamente complacidos y descansamos un largo rato. Después preparó algo para cenar, nos duchamos juntos y hablamos de la despedida.

En las siguientes citas Alicia me enseñó que el sexo es muy divertido cuando ella desea tener buenos encuentros y se disfrutan con verdadera pasión, como en la despedida de los novios, donde volvimos a ser protagonistas de otro encuentro a solas después de que ella me telefonease, o el dia de la boda, metidos en un apartado cubil del restaurante, dando rienda suelta al deseo de estar juntos de nuevo...

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